viernes, 29 de agosto de 2008

El Tribunal Deportivo del Arbitraje (TAS) sorprendentemente no da la medalla de oro al 49er español de vela en los Juegos de Pekín

http://jjoo.marca.com/2008/2008/08/23/vela/1219494968.html
¿Para qué sirve el TAS? Llevo un par de horas dándole vueltas a su papel en el caso del 49er y no lo entiendo. Aún no se han hecho públicos los motivos que le han llevado a desestimar el recurso hecho por los Comités Olímpicos de España e Italia, pero la única conclusión lógica que ofrece este asunto es que se han lavado las manos de forma descarada.

En un litigio tan técnico y complicado como el que nos ocupa, la postura más cómoda que puede asumir un tribunal de este tipo es hacer caso omiso a la reclamación y remitir a los litigantes a la decisión tomada por el organismo regulador del deporte en cuestión, en este caso la ISAF.

Sin embargo, el papel del TAS debería ser precisamente el de impartir justicia en casos tan evidentes para la opinión pública como este. Todo el mundo, desde el experto en vela más patriota de Dinamarca hasta el que no ha visto una regata en su vida admiten que es ilegal lo que han hecho los daneses cambiando su barco roto por otro nuevo.

Una larga lista de reglamentos incumplidos

El deporte es a veces así de duro, pero estos contratiempos van asociados a su práctica. Peor sería que una medusa les hubiera roto el timón, pero encima es que fueron los propios regatistas quienes destrozaron su barco haciendo el cabra en el entrenamiento previo mientras los otros competidores, sabiendo del riesgo que había, sacrificaban el conocimiento del campo de regatas a cambio de no arriesgarse a romper.

La lista de reglamentos incumplidos por Dinamarca os la ofrecimos hace un par de días y es tan extensa como evidente: la ausencia de la cámara y sus tres kilos de peso en el barco croata, la obligatoriedad de cambiar únicamente el material roto y no el resto del barco, la ausencia del barco croata de la zona de cuarentena la noche previa, etc. Sin embargo, el verdadero artífice del triunfo danés, el bicampeón olímpico Jesper Bank, que ha sido quien ha defendido la causa danesa en todos los juicios, ha logrado darle la vuelta a la tortilla.

Bank ha conseguido que, primero el Jurado de la ISAF y luego el TAS, pasen por alto toda la normativa y enfoquen el debate en lo que a él le interesaba

Ha argumentado dos cosas básicas: que los daneses no obtuvieron ninguna ventaja añadida al cambio de barco y que el Comité de Regatas les dio permiso para competir y reconoció su resultado al final de la regata. Ambas cosas son medias verdades, pero no son el objeto de debate; el asunto que hay que valorar es si Dinamarca ha incumplido la norma. Y digo que son media verdades porque Dinamarca no habría tenido ventaja al cambiar su barco por el croata si no lo hubieran roto, pero la ventaja que lograron con el cambio la entiende hasta un niño de tres años. Bank ha conseguido que, primero el Jurado de la ISAF y luego el TAS, pasen por alto toda la normativa y enfoquen el debate en lo que a él le interesaba.

Ya es alucinante que Bank lograra su misión en Qingdao. Allí se aferró al OK que le dio Peter Reggio, el director del Comité de Regatas de la medal race de 49er, para hacer la regata con el barco croata. Reggio, un juez que dejó amargos recuerdos en la America's Cup por sus polémicas decisiones, es el verdadero culpable de todo lo que está pasando al darle el cartel de presunto inocente a Dinamarca, que en realidad era el presunto culpable.

Todo un galimatías

Un Comité de Regatas en su sano jucio nunca puede autorizar a un regatista a tomar la salida de una prueba con un barco que no es el suyo, pero a Reggio se ve que le emocionó el gesto de los daneses y se saltó toda la reglamentración náutica a la torera. Si no los hubiera admitido, los daneses tendrían que haber hecho la regata y luego protestar. En cambio, la decisión de este sujeto les colgó el oro del cuello y obligó a los verdaderos ganadores, los españoles, a protestar para reclamar lo que era suyo.

No han querido ceñirse a la normativa y han preferido optar por una solución salomónica

Jesper Bank añadió a este galimatías la humanidad que desprende la historia de los daneses: los deportistas desesperados que, viendo que se le escapa el oro, recurren a lo que tienen a mano para llevarse la medalla sin pensar en las consecuencias. Ya es incomprensible que el Jurado de la ISAF entrase en ese juego, pero mezclando la personalidad de Bank y las pocas ganas que siempre tienen los jurados náuticos de descalificar a los Comités de Regatas (van todos de la mano) lograron la incomprensible sentencia de Qingdao. Las consecuencias que puede tener para la vela ya las analizábamos; en un deporte con tantas trampas legales como este, darle a los regatistas la posibilidad de competir con otro barco es una bomba de relojería.

Lo incomprensible es el que el TAS también se haya sumado a la fiesta de la ilegalidad. Objetivamente era un caso nítido: una Federación Internacional, en este caso la ISAF, se ha saltado a la torera todas sus propias normativas gracias a un juicio viciado desde el inicio. Por lo tanto, la misión del TAS encaja perfectamente con este caso: devolver la objetividad al asunto y hacer cumplir la ley.

Sin embargo, lejos de ello, no han querido ceñirse a la normativa y han preferido optar por una solución salomónica: que se apañe la vela con sus líos. Ya veremos qué argumentan, aunque el hecho de que esperen para dar a conocer sus argumentos huele a que aún están buscando algunos. Sin embargo, eso es un principio de suicidio para un tribunal que tiene sentido precisamente para poner orden en este tipo de atropellos.

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