miércoles, 23 de enero de 2008

Munúa es condenado a seis meses de cárcel por su agresión a Aouate


Un juez de La Coruña ha condenado a Gustavo Adolfo Munúa a seis meses de cárcel al entender como agresión su acción sobre Dudu Aouate. El meta uruguayo defendía que el incidente entre los dos porteros del Deportivo había sido una pelea, pero el juez ha decidido considerarlo una agresión y ponerle esa pena de medio año de prisión, que no cumplirá al no tener antecedentes, "por las circunstancias en las que se ha producido" y que le será conmutada a cambio del pago de 3.600 euros. De esta forma se resuelve el juicio por el incidente de Munúa y Aouate que fue posible después de que la fiscalía decidiera entrar de oficio en el caso.

En mi opinión, y aunque es un triste episodio del fútbol profesional español, lo cierto es que sirve de ejemplo para que de una vez por todas se pueda acabar con las miles de acciones similares que se producen en todas las categorías del fútbol, y de otros deportes, ya sea a nivel estatal como mundial.
La deportividad ha de estar por encima de todo en un evento deportivo, tanto entre los jugadores implicados, como entre los aficionados, familiares y directivos de las entidades deportivas.

Una cosa son las acciones deportivas propias que se dan en una terreno de juego deportivo, y que son aceptadas por las reglas de cada deporte, y castigadas según cada reglamento deportivo, y otra cosa son las acciones extradeportivas, como el caso del Deportivo de la Coruña que nos ocupa, incluso si la misma accción se hubiera dado en el terrreno de juego entre dos jugadores de equipos diferentes.
En el caso que nos ocupa, el fiscal ha entrado de oficio puesto que dicha agresión entre dos jugadores del Deportivo de la Coruña ha originado una alarma social considerable, muy por encima de cualquier otra agresión similar en cualquier otra categoría deportiva y en cualquier otro ámbito social, dada la indudable repercusión del fútbol profesional español.

Lo que ocurre, es que estas mismas acciones extradeportivas, de carácter penal, se dan en otros partidos del fútbol profesional y del amateur, sin que el fiscal entre de oficio por las mismas u otras agresiones similares.

De la misma forma sucede cuando el Comité de Competición de un deporte profesional, que impone las sanciones reglamentarias deportivas (de carácter administrativo), entra de oficio en unos casos sí y en otros no, según la relevancia social de un jugador, de un equipo, etc... dejando sin castigo acciones similares que ocurren en otros partidos de la misma categoría profesional, pero con menos trascendencia social y sin que haya cámaras de televisión grabando dichas jugadas.

Dado que en ambos casos, tanto en sanciones extradeportivas (penales) como en sanciones deportivas (administrativas) se castigan unos hechos y otros no, la justicia, y en concreto la deportiva, queda muy dañada, porque en realidad no se hace justicia, puesto que el principal pilar de la misma en un sistema democrático reside en que una misma acción debe ser igualmente castigada en un mismo territorio, la realice quien la realice.

lunes, 7 de enero de 2008

HAGAMOS DEL FÚTBOL UN DEPORTE JUSTO

La mano de Luis Fabiano, la de Agüero, marcando un gol en la Liga Española de Fútbol 2007-2008, etc..., son más ejemplos de las injusticias que se producen hoy en el mundo del fútbol profesional.

Recientemente, el club brasileño Botafogo reclamó una indemnización a los árbitros y a la Federación Brasileña por un perjuicio de un árbitro en un partido. Lo cierto es que este hecho de Brasil resultaría chocante en España o en otra parte de Europa.

Se ha de creer en la honestidad de los árbitros y de los jueces en general, a no ser que se demuestre lo contrario, como ocurrió el año pasado en Italia, o en Alemania con el tema de las apuestas.

Porque en el caso de que hubiera intención de perjudicar voluntariamente a algún equipo (dolo), o no se aplicara la diligencia debida de los responsables del arbitraje (árbitros, federaciones), cualquier persona física o jurídica con intereses en dicho partido podría pedir una indemnización por daños y perjuicios por responsabilidad civil a los responsables del arbitraje. El fin sería restaurar el daño causado, tanto por el daño sufrido (daño emergente), como por lo que se dejó de ganar (lucro cesante). La responsabilidad civil se entiende cuando hay dolo o negligencia en una acción que produce unos daños y perjuicios probados a través de una relación de causalidad entre causa y efecto.

Este hecho refleja que a nivel mundial se ha de proteger mucho más al arbitraje en el fútbol puesto que cada vez más hay más intereses y pasiones en juego, y cada vez más se exige más justicia deportiva. El motivo es que en cualquier deporte profesionalizado como el fútbol, donde se mezclan las pasiones, el espectáculo y el negocio, el arbitraje debe tener todos sus medios a su alcance para acercarse los más posible a las decisiones justas en el terreno deportivo. Ascensos y descensos de clubes y sociedades anónimas deportivas, quinielas, apuestas, etc..., dependen muchas veces de una tarjeta roja, de un penalti, de un gol "fantasma", etc...
Hay quien postula que en el fútbol, concretamente, se perdería su "salsa" si se detuvieran los partidos para verificar las jugadas y las decisiones. Pero entiendo que se debería estudiar la manera de hacerlo, mediante situaciones tasadas y concretas. Siempre se haría en beneficio de que fuese lo menos perjudicial para el espectáculo, pero haciendo de esta forma que todas las decisiones arbitrales fuesen lo más justas posibles, ayudando de esta forma a la persona humana que arbitra y para reducir sus lógicas dudas en situaciones concretas, las cuales resultan determinantes en un partido de fútbol profesional para los respectivos equipos en juego.

Si en otros deportes profesionales las rectificaciones son posibles, en mi opinión creo que en el fútbol también. Por ejemplo, en el tenis se utiliza "el ojo de halcón", que consiste en que cada jugador puede pedir al juez arbitral que revise sus decisiones. En la NFL americana (fútbol americano) también se revisan las jugadas mediante un televisor a pie de campo. Todo en pro de alcanzar la justicia deportiva, tanto para los directamente implicados en el terreno de juego como para los indirectamente implicados, es decir, los apostantes, otros equipos, etc...
Lo que no resulta lógico en el fútbol, a nivel mundial, es que el árbitro, junto a sus asistentes, sean los únicos de un evento que tomen una decisión totalmente opuesta a lo que está viendo el resto del público de ese partido, ya sea en el mismo recinto o a través del televisor.

El error humano existe por definición, pero la Revolución Industrial llegó hace siglos. Nos encontramos actualmente en el siglo XXI donde los derechos, la justicia y la democracia en general, deben predominar por encima de todo, en beneficio siempre de todos los ciudadanos.

Por lo tanto, creo que el arbitraje (en competiciones profesionales) debe componerse, primeramente, de árbitros profesionales, de medios técnicos a pie de campo y de todo aquello que facilite la máxima precisión en las decisiones arbitrales.

Es cierto, que hay situaciones en un terreno de juego que pueden ser difíciles de solucionar, y que en última instancia dependen de una valoración humana (vista en ocasiones de diferentes formas), pero ésta decisión final (sólo en situaciones restrictivas y tasadas) seguramente será más justa si los árbitros han podido consultar entre ellos, han podido visionar la jugada en un televisor (el cuarto árbitro), etc...

Yo, sinceramente, prefiero unos segundos de parada técnica donde se haga justicia en una jugada determinada y decisiva, que lamentarme posteriormente (como ocurre en la actualidad) de un resultado injusto, de un descenso, de un no ascenso, de no haber acertado quince resultados en una quiniela, o de no haber acertado una apuesta.

En definitiva, entiendo que hoy en día se producen muchas injusticias en el fútbol profesional y que, por tanto, cuanto más y mejor esté al alcance del arbitraje, más justo será este deporte profesional en la actualidad, ya que mueve muchos intereses y pasiones conjuntamente.